Hoy me he acordado de Asna. Era buena tía, no hacía mucho ruido, aunque a veces me ponía nerviosa porque se reía muy fuerte mientras hablaba árabe por skype. Su novio parecía un intelectual y ella no cocinaba pescado que olía a muerte y descomposición. Cuando la oía llegar salía corriendo por las escaleras y me encerraba en mi habitación. Qué complicado era ser un gato.
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